El expresidente de Rotary International Bill Boyd, cuya dedicación a Rotary abarcó casi cuatro décadas, falleció el 22 de enero.
Boyd, socio del Club Rotario de Pakuranga, Auckland, Nueva Zelanda, ocupó la presidencia de Rotary en 2006-2007. El lema que eligió para ese año pedía a los socios de Rotary que Señalaran el rumbo en la mejora de sus comunidades.
«Somos nosotros los que preguntamos, ¿por qué no nosotros?» manifestó Boyd en el mensaje presidencial del número de julio de 2006 de «The Rotarian», ahora llamada revista Rotary. «Somos los que contamos con las habilidades y los deseos de construir un futuro mejor. Y somos nosotros los que debemos Señalar el rumbo».
En ese mensaje, Boyd también enfatizó la necesidad de cambiar e innovar: «En un mundo en el que tantas cosas cambian y tan pocas pueden predecirse con certeza, Rotary no puede permitirse la autocomplacencia. Los desafíos son constantes; pero también lo son las oportunidades. Hoy necesitamos a cada rotario más que nunca, porque en nuestra diversidad radica nuestra fuerza».
Boyd, muy querido y respetado tanto dentro como fuera de nuestra organización, fue condecorado con la Orden de Servicio a la Comunidad de la Reina en la Lista de Honores de Año Nuevo de 2007 y fue nombrado Compañero de la Orden del Mérito de Nueva Zelanda en 2013. Tanto Boyd como su esposa, Lorna, fueron galardonados con el Premio Royce Abbey en 2024.
«He tenido el privilegio de trabajar estrechamente con él y puedo decir que Bill fue una verdadera inspiración para todos los que lo conocieron», afirma John Hewko, secretario general y director general de Rotary. «El legado de Bill refleja su inquebrantable dedicación al servicio humanitario, su incansable labor para erradicar la polio y su compromiso para fortalecer el impacto mundial de Rotary».
Jennifer Jones, presidenta de RI 2022-23, recuerda haber observado el estilo de liderazgo y la magistral diplomacia de Boyd mientras trabajaban en el fortalecimiento de la marca Rotary hace unos 15 años. «Como sabrá cualquiera que haya participado en un ejercicio de branding, este no es un proceso fácil e incluso puede llegar a ser polémico», señala Jones. «Era necesario contar con un líder especial en el que todas las partes confiaran. Esa persona era Bill Boyd».
«Él seguirá siendo uno de los líderes más íntegros, amables y auténticos que he conocido», añade.
Boyd estaba especialmente interesado en la alfabetización, pasión que surgió en su niñez por ser un ávido lector. Cuando su padre dejó el negocio de la alimentación y compró una librería, Boyd quiso dejar los estudios para trabajar en ella. Pero su padre insistió en que primero completara el tercer año de secundaria. Lo hizo, y a los 15 años dejó la escuela y se puso a trabajar. Dijo que trabajar en la librería fue una decisión de la que nunca se arrepintió.
A mediados de su veintena, Boyd recibió una oferta para ocupar un puesto directivo en Gordon and Gotch, entonces la principal distribuidora de revistas de Nueva Zelanda. Permaneció en dicha empresa hasta que su jubilación como director general en 1995, tras lo cual dedicó aún más tiempo a Rotary.
En el marco de un proyecto local de alfabetización, Lorna y él solían leer a estudiantes de una escuela primaria de South Auckland. Como presidente, visitó más de 40 países y abogó firmemente por la alfabetización, entre otras causas de Rotary, así como por la máxima prioridad de la organización, la erradicación de la polio.
Entre los numerosos cargos que Boyd desempeñó en Rotary figuran las de director de RI (1998-2000), fiduciario de La Fundación Rotaria (2008-2012 y 2016-2018) y presidente del Consejo de Fiduciarios (2011-2012), coordinador regional de La Fundación Rotaria, presidente de la Conferencia Regional de Editores de Revistas, presidente del Grupo de Acción de Rotary de Agua, Saneamiento e Higiene, e integrante y presidente de varios comités de RI y La Fundación Rotaria como los comités de Marca, Comunicaciones, Alfabetización y Programas.
Boyd recibió el Premio por Servicios Distinguidos y la Citación por Servicios Meritorios de La Fundación Rotaria, así como el Premio por Servicios Distinguidos de Rotary Down Under. Asimismo, él y Lorna fueron Socios Paul Harris por Donaciones Múltiples, Donantes Mayores y miembros del Círculo de Testadores.
Además de desempeñar funciones de liderazgo de alto nivel, Boyd fue un socio apreciado del Club Rotario de Pakuranga y sirvió a su club como presidente del Comité de La Fundación Rotaria en fecha tan reciente como 2019. Lorna fue una firme colaboradora durante todo su desempeño en Rotary, contribuyendo significativamente a una serie de iniciativas y compartiendo sus amplios conocimientos rotarios.
A Bill Boyd le sobreviven su esposa, Lorna, y sus hijos, David, Ross, Sue (Greig) y Kathy (Dean), así como 12 nietos y 10 bisnietos. El 30 de enero se celebró en Auckland y en línea un servicio conmemorativo en memoria de Boyd.